jueves, 17 de diciembre de 2009

Cuatro libros maravillosos

La emigración vasca a las Américas sigue produciendo una literatura excepcional. Me gustaría recomendar cuatro libros, diferentes entre sí, pero de un enorme atractivo. El primero tiene que ver sobre la dieta de los vascos de Boise. Su autora es la doctora Colleen Asumendi Fillmore que ha escrito Basques of Boise: adult dietary culture and tradition. El segundo es una recopilación de de documentos de una familia de Aldudes que emigra a Uruguay realizada Marielle Mouquel, La Maison de Manech. El cuarto es Gardeners of Identity, el ensayo de Pedro Oiarzabal sobre la comunidad vasca de San Francisco. Por último, la crónica de Asun Garikano, Fran Westeko Euskal Herria ,en una cuidadísima edición de Pamiela.

martes, 24 de noviembre de 2009

El hotel vasco más antiguo de Reno

El hotel vasco más antiguo de Nevada fue el Basco Saloon en la esquina de las calles Second y Center, regentado por George Etchart, un suletino que había trabajado como pastor en California y Nevada. Era un local que el Reno Evening Gazette denominaba como un “questionable resort” tras una pelea a cuchillo entre el vasco y un hotelero suizo-italiano rival (Reno Evening Gazette, 1900-10-01). En 1902, anunciaba que, en su establecimiento se vendían excelentes cigarros y los “mejores vinos del siglo XIX”. Desde su apertura, el saloon alquilaba algunas habitaciones. Para 1903, el salón se había convertido en el Basco Hotel que ofrecía habitaciones por días, semanas o meses. En julio de 1903, alquiló el New Basque Hotel (un edificio de ladrillo en Center Street que había levantado en sociedad con Bernard Chicorp) cuando aún esta en construcción. El edificio de tres plantas tenía 16 habitaciones en cada una de las plantas superiores, todas ellas con luz directa. En la planta baja estaba el bar, el comedor, la oficina y la vivienda de los propietarios (Daily Nevada State Journal, 1903-08-15). Aun no había acabado el año cuando el New Basque Hotel (con los mismos dueños) se convirtió en el Commercial Hotel. En 1905, al retirarse Chicorp, Etchart se hizo con su parte en la sociedad. El 22 de mayo de 1909, esta vez en sociedad con Bertrand Duque, volvía a abrirse el Commercial.
El Commercial Hotel contaba, además, con un frontón en que se jugaron algunos partidos que tuvieron eco en la prensa de la época que por ejemplo contaba la derrota sufrida por la pareja local – Etchart-Bouzout- contra otros llegados desde Los Angeles. La apuesta era de 100 dólares. El Reno Evening Gazette decía que la pelota a mano se había convertido en un deporte muy popular entre la comunidad vasca de la ciudad que celebraba numerosos campeonatos y apuestas (Reno Evening Gazette, 1905-04-10)
En febrero de 1910, tras un tiempo cerrado, el Commercial pasaba a ser regentado (“keeper”) por John Etchebarren.

martes, 20 de octubre de 2009

Locos de soledad

Si hay una palabra que defina la vida del pastor vasco en Estados Unidos esa es soledad: . Quizá por ello no sea de extrañar que el monumento al pastor vasco que se encuentra cerca de Reno tenga esa título: Solitude(Bakardade). Gorka Aulestia, en su estudio de Sweet Promised Landa, la obra de Robert Laxalt reslta que “los sentimientos de soledad, malancolía, nostalgia. Tristeza, y los conceptos de esfuerzo, lucha, peligro, trabajo,subyacen en toda la obra. La soelad del pastor que vive perdido (en algunos casos hasta volverse loco) en las montañas de Nevada donde no crecen más que las artemisas" (Gorka Aulestia, “Dulce tierra prometida”,Sancho el Sabio).
En 1930, estaban internados en el Nevada State Hospital for Mental Desease (el hospital siquiátrico) al menos diez vascos, todos hombres. Conocemos los nombres de casi todos ellos: Antonio Yribar, Pierre Minaberrigaray, Miguel Areitio, Calixto Hormaza, Juan Bautista Monasterio, Antonio Ybaibarriaga, Simón Ardanaz. Padecían lo que la prensa de su tiempo llamó “el mal de los pastores”: la soledad les llevaba a la locura. Algunos de aquellos desgraciados pasaron el resto de su vida (décadas, en algunos casos)
En 1898, un pastor vasco llamado José Miguel Rementería se vió envuelto en un grave incidente. Le había llevado a Winnemucca su jefe Mr. Murphy para que recibiese tratamiento médico. Fue alojado en el hotel Lafayette y su manager, Frank Germain se ofreció a cuidarle mientras esparaba la revisión médica. Cuando, a la noche, el hotelero entró en la habitación del pastor, este le atacó con un cuchillo. El pastor fue detenido por el sherriff e internado en un manocomio (Daily Nevada State Journal, 1898-05-05). La prensa calificó el caso como el del crazy Basque.
La soledad Antonio Yribar fue detenido cuando trataba de arracarse los demonios que le poseían rociándose con agua. Los médicos decidieron su internamiento en el manicomio (Reno Evening Gazette, 1910-08-15). Yribar , de 35 años, había llegado al país en 1905 y trabajaba como pastor en Sweetwater, en el condado de Esmeralde (US Census, 1910).En 1930, estaba internado en el manicomio de Sparks (Nevada State Hospital for Mental Desease)(US Census 1930). Su único contacto con el exterior fue durante años el hotelero John Etcharren.
En 1915 era encarcelado en Elko Salvador Yparraguirre (con otros dos hermanos en el país tras un ataque de locura.
En el verano de 1917, Bautista Arburua despareció mientras cuidaba su rebaño cerca de Reno. Al ver las ovejas sin cuidados, el guarda forestal dio la voz de alarma. Se organizó una partida de búqueda encabezada por John Etcharren, propietario del Commercial Hotel y cuñado del desaparecido. La prensa apuntaba como causa lo que llama el mal de los pastores: la locura (Reno Evening Gazette, 1914-07-30).
El 9 de marzo de 1920, unos niños encontraban el cuerpo de Jean Ohandeguy junto a las vías del tren en Winnemucca. Onhandeguy había llegado a la ciudad desde Gerlach para contratar un pastor para su rebaño. Suicido cortado las venas (Reno Evening Gazette, 1920-03-09).
En 1924, José Amuchastegui, un pastor vasco de 40 años, fue encerrado “para observación” tras pasar horas y horas anandado de un lado a otro en un hotel de Reno (Nevada State Journal,1924-08-27)
En 1926, Simón Ardanaz, un pastor vasco que había llegada al país en 1913, fue enviado por el juez a un manicomonio para someterle a observación. Alegaba que tenía más de un millón de dólares en bancos de California. Eso sí no podía explicar cómo había logrado tal fortuna (Nevada State Journal, 1926-07-21). En 1930, estaba internado en el manicomio de Sparks.
En 1927, John Etcheverry fue encarcelo en Washoe para oberservación। Tuvo que ser metido en la celda por cuatro hombres। Etcheverry aseguraba que, tras un pleito con el condado de Lander, había perdido su rebaño de ovejas (lo que no había ocurrido)। Además, sufría alucinaciones religiosas (Reno Evening Gazette, 1927-02-04)

lunes, 21 de septiembre de 2009

Oinkari Dancers Aniversary

Oinkari Basque Dancers to celebrate golden anniversary

The group that began with 7 dancers plans a year of anniversary observances.

BY TIM WOODWARD - twoodward@idahostatesman.com

Published: 03/29/09


Darin Oswald/Idaho Statesman
Toni Murelaga Achabal, Diana Urresti Sabala, Delphina Urresti (front row), Simon Achabal and Al Erquiaga (back row) helped found the Basque Oinkari Dancers. Current and former dancers are about to kick off more than a year of celebrating their 50th anniversary.

WERE YOU AN OINKARI DANCER?

If you were and would like to participate in the group's anniversary observances, contact Al Erquiaga at 853-0678.

You can't call yourself a true Boisean if you've never seen the Oinkari Basque Dancers. They're part of our heritage, like Music Week or tubing the Boise River.

But do you know when and how they started?

Probably not. They're so much a part of the local scene that they seem to have always been here.

The group began after seven Boise Basques in their early 20s visited Spain and learned some Basque songs and dances. They thought the dances would be a fleeting diversion.

Nearly half a century later, Idaho Basques are planning more than a year of events celebrating the 50th anniversary of that trip and what it started. What began with seven 20-somethings has become a tradition that has included more than 800 dancers performing at venues from local parks to the rotunda of the U.S. Senate.

"They've represented Idaho nationally and internationally," Basque Museum and Cultural Center Director Patty Miller said. "And they've been great preservers of our culture. When the visitors' bureau or the tourism department want to point something out about Boise culture, there's nothing more visible than the Basque dancers."

The seven who started it all - Al Erquiaga, Delphina and Diana Urresti, Toni Murelaga, Simon Achabal, Clarine Anchustegui and Bea Solosabal - spent the summer of 1960 in Europe. While visiting the Basque country, they met a group of dancers who called themselves the Oinkaris, which loosely means dancing feet.

"They taught us two dances to take home," Boisean Toni Achabal said. (Her last name being the same as that of another member of the original seven isn't a coincidence. She and her husband, Simon, were the first of many Oinkari dancers to be married.)

"We had the idea of starting a group in Boise," she said, "but we never dreamed what it would become. We thought it would be here today and gone tomorrow."

When the Boiseans visited Spain, dictator Francisco Franco was ruthlessly suppressing Basque culture. Basques couldn't fly their flag, speak their language or write down their music. The novice dancers had to try to remember the songs until they returned to Boise.

"We got together with Jimmy (local accordion legend Jimmy Jausoro) right away because we didn't know how long the songs would stay in our heads," Achabal said. "He wrote down what we could remember. We made our own costumes and started practicing. It wasn't authentic, but it was as authentic as we could make it."

It was authentic enough that their first performance for Boise's Basque community in December 1960 was a hit.

"We were so nervous we didn't know if we were coming or going, but we wowed them," Achabal said.

The performances will continue with more than a year of anniversary observances, beginning with the St. Ignatius picnic Aug. 1-2 (the current Oinkari dancers will perform), culminating with Jaialdi in July of 2010 and ending with a dinner dance in December of 2010 - 50 years after the first group's first performance.

"We're going to try to get all the alumni to dance at one time at Jaialdi," Erquiaga said. "That will be over 700 people."

Though two of the original dancers now live out of state, all seven - now in their 70s - plan to join in the festivities.

"Hopefully we'll rehearse first," Erquiaga said. "Then we'll stagger through it."

That's a greater accomplishment than it might seem.

The Oinkari group that taught them their first dances in Spain? It disbanded decades ago.

Tim Woodward: 377-6409


From Idaho Stateman

sábado, 5 de septiembre de 2009

El primer grupo de dantzaris de Idaho




El primer grupo de bailes del estado de Idaho nació en Emmett, una pequeña localidad del condado de Gem que, en 1940, tenía poco más de 3000 habitantes, de estos, casi el 10 por ciento eran vascos o de origen vasco. Aquí vivía Cipri Barroetabeña, natural de Markina, junto a su esposa Julia Lizundia, con quien se había casado en 1922. Cipri había trabajado en una serrería en Oregon y como pastor en Oregon y Idaho.
A finales de 1939, comenzaron a sentar las bases de lo que sería el primer grupo de danzas del estado de Idaho. Para su puesta en marcha, contó con la ayuda de Jon Bilbao, subdelegado del Gobierno vasco en Boise (que, sin embargo, residía en Emmett) y de José Villanueva. Al grupo fundacional se sumó la lekeitiarra Lucy Aboitiz, una buena dantzari que había trabajado durante un tiempo en el hotel de su tío “Zapatero” Aguirre en Boise.
Mientras que los Barroetabeña y Lucy se encargaron de ensañar la jota y la “porrusalda”, Jon Bilbao, que tambien era un consumado dantzari (había formado parte del cuadro de Juventud Vasca de Algorta), se encargó de enseñar la espadantza y el aurresku “bizkaino” (aunque contaba que algunos pastores de Idaho lo ejecutaba con singular maestría) Decía Jon que, en aquel aurresku, el dantzari se movía más porque hubo un tiempo en que se llevaban cascabeles y, claro, había que hacerlos sonar.
Había que buscar un txistulari. De esto se encargó José Villanueva. Por fin, localizó a Ambrosio Aparicio, un pastor que trabajaba para John Archabal. La cosa no era facil. Para entonces, había comenzado una campaña contra Jon Bilbao (a quien algunos acusaban de “agente comunista”). Zenón Izaguirre, yerno y capataz de Archabal puso todo tipo de dificultades, aunque, al final, cedió.
El grupo quedó formado, finalmente, ocho niñas y nueve niños (dos de estos no eran vascos). Hicieron varias actuaciones y participaron en la Idaho State Fair de 1940, desfilando en una carroza. Aquel año, tras la ocupación nazi de Francia, cerró sus puertas la Subdelegación del Gobierno Vasco de Boise y Jon Bilbao se fue a la Universidad de Bwerkeley (donde, por cierto, formó un grupo de espatadantzaris. El grupo de Emmett siguió activo hasta diciembre de 1941. Habría de pasar cinco años para que Juanita Hormaetxea comenzase comenzase con sus clases de Baile.

viernes, 7 de agosto de 2009

Vascos de Terranova




Rudyard Kipling cuando, en sus Capitanes Intrépidos, habla del gran banco pesquero de Terranova y se refiere a él como el “verdadero desierto de aguas ondulantes, atormentado por los vendavales, asolado por los hielos a la deriva, marcado por la estela de los descuidados trasatlánticos y punteado por las velas de la flotilla de pesca”. El 4 de mayo de 1967, fallecía en Deba Eustaquio Arrinda Aranburu, originario de Lekeitio, tenía 84 años y había pasado 55 años en la mar. Fue el primer capitán de la Pysbe, la famosa compañía bacaladera, y mandó el Alfonso XIII, el Euskalerria, el Galerna, el Tramontana y el Abrego. Tenía 70 años cuando enfermó de pulmonía a bordo cuando estaba pescando y fue hospitalizado en Canadá. Desde allí comunicó su baja a la Compañía. Había hecho 54 viajes a Terranova y pocos habían pescado tanto bacalao como él . Eso sí: su leyenda era terrible. Cuentan que, cuando se acercaba la tormenta y los barcos se alejaban en busca de aguas más tranquilas, en se quedaba en el banco a la capa. La tripulación horrorizada, muerta de miedo: algunos lloraban, otros, rezaban. Cuando el temporal amainaba, él estaba solo durante bastante tiempo, así que pescaba todo lo que podía, llenaba las bodegas y podía irse antes que los demás a casa o a descansar al puerto de Saint Pierre donde los tripulantes pasaban las horas jugando en el viejo frontón. La compañía desapareció hacia 1973 y, hoy, ya no se pesca bacalo en Terranova.



En 1978, se localizaron en Red Bay, Labrador, los restos de un galeón ballenero vasco, el San Juan, que había naufragado en 1565. Se desató un interés inusitado por los vascos. La edición americana de National Geographic le dedicó su portada y un gran espacio al evento . Se habla de hechos irreversibles: “Entre el descubrimiento de Canadá en 1534 y la fundación de Québec en 1608, fue el tiempo de los vascos” .

No es descabellado considerar a los vikingos como los primeros que se dedicaron a la caza de la ballena. En el periplo de Other, se habla de la pesca ballenera en Finnmark desde el siglo IX. En el siglo XII, las famosas sagas normandas ofrecen algunas referencias. En tal caso, los vascos habrían sido, como en otros asuntos relacionados con la mar, discípulos de los nórdicos . Sin embargo, también pudiera ser que la actividad ballenera vasca datase de mucho antes de la llegada vikinga a estas costas en el siglo IX. Desde luego, el hecho de que muchos puertos situados entre Bilbao y Bayona lleven arpones o escenas de caza de ballenas, indica que esta fue la actividad costera más importante durante la Edad Media. Por ejemplo, en el escudo de Lekeitio, uno de los principales puertos balleneros vascos se puede leer la inscripción: “Reges debellavit horrenda cette subjecit terra marique potens Lequeitio” (“Lequeitio potente por tierra y por mar captura reyes y horrendos cetáceos”).

La ballena es conocida en el litoral vasco desde tiempos remotos. En un principio se explotaban los animales varados en la costa para, más tarde, proceder a su captura desde pequeñas embarcaciones a remo. Más tarde se les persiguió en barcos mayores y hacia comienzos del siglo XVI se pesca ya en Terranova. La costa vasca que se extiende a lo largo de 130 kilómetros desde la desembocadura del Adour hasta la del Nervión, así como sus profundas aguas son ideales para la vida marina y un atractivo para las ballenas. Una buena escuela de balleneros, por tanto .

Y es que la ballena se adivinaba como una inagotable fuente de riqueza. De ella se aprovechaba casi todo: la grasa, convertida tras su fundición en saín, que era un aceite utilizado para el alumbrado y como lubricante y que se transportaba en barricas; la carne como comestible –aunque solo los franceses le daban este uso, no los vascos-; la lengua sí que se comía, y además de ella se obtenía un aceite muy fino muy útil para engrasar relojes; el cuero; las barbas para peines y diversos utensilios. También se obtenía jabón y, si la ballena tenía ámbar en el estómago, éste se utilizaba en la fabricación de medicamentos y artículos de perfumería. Cuando, más adelante, la moda se impuso, los aparatosos corsés de las damas distinguidas eran mucho más apreciados si su estructura era de flexibles barbas de ballena. Existen casas de la costa vasca, por ejemplo de Biarritz, que tienen huesos de ballena como elementos constructivos. Estos también servían como apoyo a las parras de Guetaria. Las costillas se utilizaban como palos de cerca e incluso sus enormes vértebras hicieron función de asientos. También se fabricaban cuchillos y abanicos.

Los vascos centraban su caza en la balaena byscayensis. Los vascos antiguos la llamaban simplemente balena o lumareak. Además de la balaena biscayensis, tenemos noticia de la caza de otras especies como las zeriak, y alguna más.

La ballena cazada en Terranova era, sin embargo, de una zona diferente. Se trataba de la balaena misticecus o de cabeza arqueada que nadaba más lenta que la vizcaína. Se puede decir que, durante un tiempo, se simultanearon la caza de los dos tipos de ballena. Desde octubre o noviembre a marzo, en el Cantábrico. De julio a enero, en Labrador.


Es cierto que los vascos fueron desplazándose hacia el oeste a “buscar la ballena”. Pero no por su escasez, sino porque, de ese modo le salían al encuentro en su ruta de entrada hacia el fondo del Golfo de Vizcaya desde Galicia, llevadas por las corrientes cálidas dominantes. La actividad ballenera vasca se hizo más importante y efectiva y propició la creación de una industria a gran escala. A su vez propició que, cuando llegó el momento de cruzar el Atlántico hacia las pesquerías de norte, los vascos estuviesen a la cabeza de las expediciones, por delante de los demás pueblos europeos.

El desarrollo del arte pesquero implicaba desde luego un parejo desarrollo en la construcción naval. Las aportaciones vikingas, en este sentido, tuvieron una influencia indiscutible. Pero, fue la ancestral vinculación al mar de los vascos la verdadera responsable del enorme acopio de experiencias y sabiduría que les permitiría poco después dar el gran salto del Viejo a Nuevo Mundo.

René Balanger recuerda que los normandos, los bretones y los rochelenses utilizaban navíos de entre 50 a 100 toneladas, los vascos lo hacían de 200 a 400 con tripulaciones de 40 a 70 hombres. La construcción naval era particularmente floreciente en Bilbao y en Pasajes. Contaban con madera y hierro en abundancia, así como obreros hábiles agrupados en gremios de carpinteros, herreros, toneles, calafates,…

Y es que, en el siglo XV, eran los mejores y más experimentados balleneros. Esta experiencia les favoreció además ante los reyes, quienes decretaron órdenes que privilegiaban a los vascos en la caza de la ballena. De esta forma se hicieron prácticamente con el monopolio de esta actividad, aunque también hubo balleneros cántabros, asturianos, gallegos, irlandeses, escoceses o bretones. Algunos autores como José Antonio Azpiazu, que, durante un tiempo, los vascos prefirieron la caza de la ballena en aguas de Terranova a la Carrera de Indias porque les resultaba más rentable .

Con el tiempo los vascos fueron ampliando su campo de acción, y, así, navegaban hacia tierras cada vez más lejanas: Irlanda, Escocia e incluso puede que las Hébridas y las Feroes, fueron convirtiéndose en caladeros habituales. Algunas sagas islandesas del siglo XVIII nos hablan de balleneros vascos que cazaban habitualmente en aquellas costas: Pedro de Aguirre y Esteban Tellería llegaron allí junto con el donostiarra Martín de Villarreal en 1615. Protagonizaron una dramática epopeya de lucha, sangre y muerte.

Pero ya casi siglo y medio antes, hacia la fecha del descubrimiento de América, los vascos habían conseguido, gracias a la experiencia propia y a la influencia prestada por los pueblos del Mediterráneo y del Norte, un tipo de nao cotizada en todo el mundo.



La primera noticia de un vasco en Terranova data del año 1517, cuando un pescador de San Juan de Luz da cuenta de la venta de bacalao verde de las Tierras Nuevas en Burdeos. Esta es la primera ocasión en que se dice claramente en un documento que un vasco ha estado en aquella parte del mundo.

Sobre una hipotética presencia anterior al descubrimiento de América se ha escrito mucho. Incluso hay referencia a esto en la Enciclopedia de D’Alambert. Algunos autores, basados en dudosos testimonios, llegan a fechar la llegada hasta cien años antes de la gesta colombina. John Reade recoge varias teorías al respecto en un pequeño ensayo publicado en 1889 . Sin embargo, lo que hoy parece claro es que los vascos aparecieron en Labrador y Terranova hacia los últimos años del siglo XV y primeros del siglo XVI. En todo caso, después del regreso de Cristóbal Colón.

La presencia de balleneros vascos en Terranova y en el estuario del río San Lorenzo fue significativa desde principios del siglo XVI। Aunque hoy sabemos de la existencia de factorías balleneras vascas en la costa de Canadá, no parece que formaran comunidades permanentes. Es cierto, por otro lado, que la toponimia demuestra la intensidad de esta presencia. Port-aux-Basques, en el extremo sudoeste de Terranova, Placentia, en recuerdo de la villa guipuzcoana del mismo nombre, Echafaud-aux-Basques, a unos diez kilómetros de Tadoussac, aproximadamente, sobre el San Lorenzo Anse-des-Basques, Portuchoa, Barachoa,...

Los primeros hornos de fundición de aceite de saín en Terranova podrían haber sido construidos en la década de 1530, aunque la primera noticia fehaciente de su existencia data de 1546, como aparece en documentos referidos a varios viajes realizados en ese año con objeto de obtener grasa. Se establecen en la Gran Baya, en el estrecho de Belle Isle –costa suroriental de la Península de Labrador. Han sido descubierto hasta una docena de asentamientos, entre los que destacan los restos de Red Bay (lo que antes era el Hable des Buttes), L’Anse au Loup (Sable de la baleine), Blanc Sablon, Middle Bay,…

Los asentamientos mostraban una cierta complejidad estructural –iglesia, cementerio, etc.-. Se utilizaban ya antes de la práctica ballenera, como bases bacaladeras, por ejemplo. La primera referencia a estas data de 1542, cuando un pescador de Bayona y otros de Fuenterrabia dan testimonio de actividades bacaladeras en la Gran Baya, y de trueques con los indios que habitaban la zona, de los que principalmente obtenían pieles a cambio de instrumentos de hierro, alimentos, etc... Con la construcción de los primeros hornos comienza el verdadero auge ballenero vasco en América, que hacia 1550 constituía la mayor fuente de ingresos del país.

Además de la construcción naval, otras industrias florecieron al amparo de la actividad ballenera en América. El establecimiento de hornos de fundición de grasa de ballena en aquellos territorios exigía un abundante suministro de calderas, ladrillos, etc., lo que conlleva un desarrollo parejo de su fabricación. Pero más importante fue sin duda la industria tonelera: la fabricación de barricas capaces de contener toneladas del aceite que se procesaba cada campaña. El tonelero se convirtió así en un elemento imprescindible.

Pero también otros gremios se beneficiaron de la actividad ballenera: calafates y carpinteros eran miembros esenciales de cualquier tripulación. Los aprendices tenían también su sitio en el barco. Había aprendices de tonelero, de carpintero, de arponero, artillero,…

Entre 1560 y 1570, en Red Bay trabajaban alrededor de mil hombres por temporada. James A. Tuck se refiere a esta factoría como “el primer complejo industrial de Canadá” . Producían alrededor de medio millón de galones de saín al año. Cada barco podía transportar hasta 50.000 galones. Las ganancias de los balleneros vascos superaban con creces el sueldo común en la época. Las pagas oscilaban entre los treinta barriles para el capitán y los cinco para los marineros normales aunque, eso sí, siempre se dependía de las capturas.

El declive de los balleneros vascos arranca de la derrota de la llamada “Armada Invencible” por los ingleses en 1588. Los barcos vascos debían ponerse al servicio de la Corona en caso de guerra, y por tanto fueron reclutados. Pero los navíos no estaban diseñados para la guerra y fueron fácilmente superados por los ingleses.

Como remate, diversas ordenanzas reales sobre construcción naval promulgadas a partir de 1607 impusieron cambios importantes. Se necesitaban naves para navegar y guerrear y, por tanto, susceptibles de ser embargadas para las armadas reales. Estos nuevos barcos perdían en capacidad de carga y resistencia ante las inclemencias meteorológicas y los terribles campos de hielo. De este modo, la pesca ballenera vasca fue extinguiéndose poco a poco.

Y mientras esto ocurre, a partir de 1605 holandeses e ingleses comenzaron a lanzar el arpón. Los progresos no debían ser muchos porque, en 1612, Juan I, Rey de Inglaterra, escribió al rey de España pidiendo marinos vascos capaces de iniciar a sus súbditos en este tipo de caza.

Por otro lado, a principios del siglo XVI, balleneros vascos comenzaron a cazar cetáceos para los holandeses, Así, por ejemplo, el 15 de mayo de 1612, un ballenero de 220 toneladas salió del puerto viejo de Biarriz con un capitán, dos oficiales y cuatro arponeros rumbo a Holanda . De la relación entre los balleneros vascos y los holandeses, queda una vieja canción suletina:

Jeiki, jeiki etchenkuak,
argia da zabala;

Ichasoti mintzatxen da
ilharrezko trumpeta;

Bai eta’re ikhartzen
Olandresen Ibarra



Como recuerda Jo Garat, “los vascos, franceses o españoles, estuvieron mezclados en sus empresas marítimas. Hablaban la misma lengua y no existía una frontera entre ellos, tal como la entendemos ahora. Así que es difícil distinguir de donde procedían aquellos que se dedicaban a la caza de la ballena en la alta Edad Media” . Señala Caro Baroja que “las expediciones a larga distancia dieron lugar a una tradición sostenida durante siglos, según la cual fueron balleneros vascos los que en sus viajes, allá por el siglo XIV, llegaron a las costas de Terranova, lo cual es posible pero no probable. Pero, dejando leyendas y tradiciones aparte, ha de aceptarse que los vascos de uno y otro lado fueron grandes balleneros y que incluso los antiguos poetas del país compusieron versos en torno a los balleneros . Ioannes Etcheverri, uno de los mejores escritores eusquéricos, escribió en el año 1627, unas oraciones bellísimas, la « Oración de los balleneros », la « Oración de la ballena arponeada » y la « Oración de la ballena muerta » que merecen que las transcribamos tanto por su singular encanto poético como porque ponen de manifiesto la grandeza de la empresa que nos ocupa .


Balea zaleentzat
O Iaun Tobias gaztea ungi begiratua,
Guardaritzat bidaldurik Arkangelu Saindua.
Eta kostara arraña erakharrarazia,
Haren hilltzeko egiten ziñoela grazia.
Guri ere ekharguzu hurbillera Balea,
Segurkiago armaren landatzeko kolpea.
Biziaren gatik dugu hirriskatzen bizia,
Arren egiguzu haren gelditzeko grazia.

Balea kolpatu eta
Iauna geure arte baño gehiago zureaz,
Balea zauritu dugu arpoñaren kolpeaz.
Arren bada egiguzu (Iaun puxanta) grazia,
Sari gelditzeko arrain itsasoko handia.
Gutarik garabik zaurtxu gabe bere indarraz,
Segadetan dabillala buztan edo bulharraz.
Edo xalupa irauli gabe gillaz gañera,
Edo berekin eraman gabe urtan behera.
Arren begira gaitzatzu gaitz hauk guztietarik,
Eskerra diezazugun itzul lehorrerarik.
Irabazia da handi, perilla ere handia,
Begira diezazugu prinzipalki bizia.

Balea hill ondoko eskerrak
Iauna, dututzula esker, eta laudorioa,
Million eta million baño gehiagoak.
Zeren egiñ darokuzun liberalki grazia,
Idekitzeko handien arrañari bizia.
Gure indarrak etziren deus hunenen aldean,
Zure faborea dugu sentitu konbatean.
Ezen zure baithan turroñ batek etsajak,
Urrutik izi dezan nahiz dela han gaja.
Hala guri ere egin darokuzu dohaña,
Bentzutzeko Itsasoan den sendoen arraña.
Lehorrera dakharkegu egiñik sarraskia,
Bizi zela aztaparraz zebillan ihizia.
Hala dugu naturaren mirakulluz bazterra,
Ohoratzen (Iongoikoa) zuk duzula eskerra.




Como hemos visto, la pesca del bacalao por parte de los vascos en aguas de Terranova se remonta, por lo menos, al principios del siglo XVI. Según Juan Pardo, fueron los riquísimos bancos de bacalao de Norteamérica el motor que puso en marcha en afletamiento de buques cantábricos para ir a tan lejanas costas. El bacalao seco, salado o ahumado, así como la ‘raba’ o huevas saladas de dichos peces, movilizó a las primeras flotillas de naos, navíos y zabras, de entre 60 y 200 toneles, hasta las aguas del actual Canadá ”.


Los cazadores de ballenas y los pescadores de bacalao coincidieron en el tiempo. Eso sí, sus singladuras se hacían en momentos diferentes: la que iba en pos de los bacalaos zarpaba a principio de primavera y regresaba en octubre. Los que salían tras las ballenas dejaban la costa en junio y regresaban en enero .

A pasar de esto, los vascos no participaron en la colonización de La Nueva Francia (Canadá), porque se trató al principio de una empresa privada y no de una cuestión de Estado. Los primeros colonos procedían de Normandía, Perche, Aunis, Poitou o Saintonge. La mayor parte de estos viene del norte del Loira. Si hubo vascos, eran tan pocos que pasaron desapercibidos. Los pescadores y marineros vascos cruzaban el Atlántico, no como colonos, sino para hacer una pequeña fortuna y regresar a casa . Quizá la única excepción la constituya el fuerte de San Juan. A principios del siglo XVII, los pescadores de San Juan de Luz frecuentaban la bahía de Placentia donde tenía sus secaderos. En 1604 construyeron el fuerte que bautizaron como “San Juan”. En 1621, la Corte de París concedió patenta al bayle y al pueblo de San Juan de Luz para construir y equipar cuatro navíos para la protección de su comercio con Terranova. Sus capitanes fueron François Lohobiague, Jean d’Artetche, Martin Hirigoyen y Joachim Harasteguy. Junto a la enseña real, izaban el pabellón rojo y negro con las armas de San Juan de Luz. Se sumó a esta flotilla en “Santa-Catherine” mandada por el almirante Larralde. La escuadra vasca llegó por primera vez a Terranova en 1627.

En 1650, el corsario Nicolás Cargot intentó capturar dos pesqueros vasco-españoles. Se encontró con que todos los vascos, franceses y españoles, salieron en su auxilio, así que Cargot, furioso, tuvo que retirarse. En 1658, ascendido a capitán de navío, regresó a Placencia como gobernador, lo que no pareció intimidar a los vascos .

Es cierto que se hicieron notar hasta finales del siglo XVII. Un despacho del gobernador de Terranova, Antoine Parat, fechado en 1684, habla de la insolencia de los vascos (“ils font mille insolence”) por lo que había que castigarlos. Según parece, durante una cena a bordo de uno de los barcos, el capitán se atrevió a abofetear al gobernador (al propio Parat). Es cierto que, como resalta Monseñor Howley, para entonces los pescadores vascos ya no tenía ni la fuerza ni la influencia de antaño, perdiéndola a favor de la población francesa y bretona .

En siglo XVII, Saint-Pierre et Miquelon fue lugar de paso y abrigo de una comunidad de pescadores vascos y bretones hasta que fueron expulsados por los británicos . Después de la guerra de los Siete Años, Francia debió abandonar sus posesiones en el San Lorenzo y la isla de Cap-Breton, pero, en 1763, por el Tratado de París, le fueron devueltas Saint-Pierre et Miquelon, que los ingleses venían utilizando como base pesquera desde 1713 cuando rebautizaron Saint Pierre como Bourgway.

Durante la guerra de independencia americana, en septiembre de 1778, el contralmirante inglés Montague arrasó Saint-Pierre y expulsó a sus 1400 habitantes. En los años siguientes, se sucedieron los incidentes violentos. El 1793, el vicealmirante King encarceló a la población. El Tratado de Amiens de 1802 puso fin a este periodo .

En 1821 se establecieron las primeras normas sobre la pesca del bacalao en las aguas francesas de Terranova que afectaron al pequeño archipiélago de Saint Pierre et Miquelon En 1827, el comisario de la marina dictó en Bayona los requisitos para los barcos que querían dedicarse a este tipo de pesca. En un principio, no estuvieron muy conformes con las artes de pesca que debían utilizar.

Aún así y en medio de no pocas dificultades, los bacaladeros vascos comenzaron a llegar a las islas. Uno de los primeros fue Dasconaguerre en 1829 que, al llegar, se encontró con que las instalaciones de tierra habían sido destruidas por un incendio. Luego, llegaron otros: Recour, Goyetche (1841), Lahirigoyen (1846),…


La mayor parte de los pescadores son originarios de Guéthary - Bidart, Saint-Jean-de-Luz - Ciboure, Urrugne, Hendaye y Saint-Pée. Otros emigrantes vascos procedente del otro lado de la frontera (Fuentarrabia, Irun), y algunos llegaron incluso desde Saint-Etienne de Baïgorry. Se instalaron, sobre todo, en la isla de Saint Pierre y, en los días de auge de la actividad pesquera, llegaron a ser 800 individuos (en temporada de pesca) concentrados en la isla de Saint-Pierre, mientras que los acadianos o “cadiens” se concentran en Miquelon y los normandos en la isla de los marinos . La comunidad vasca contó, además, con un párroco propio llegado desde Labourd, Todo ello sin contar con la presencia durante un tiempo del administrador apostólico, Monseñor Legasse .




De entre todos ellos, destaca la figura de Louis Legasse, patrón de “La Morue Francaise”, que dominó la vida política, económica, social y religiosa (ya que su hermano llegó a ser administrador apostólico de la colonia) de las islas a partir de 1890 durante la primera mitad del siglo XX.

El padre de Legasse se había hundido con la Jeune française antes de llegar a Saint-Pierre. Para 1890, Legasse ya era el armador más importante del archipiélago. Fue nombrado delegado del Consejo de Colonias con sede en París, cargo que ocupó durante más de veinte años. Su fuerza estaba, precisamente en el apoyo que recibía de la comunidad vasca organizada hasta 1902 en el Cercle de Zazpiak bat. En el momento de máxima pugna política, los oponentes dinamitaron el frontón de madera, que fue pronto reconstruido (en 1906) .


Hoy, los vascos constituyen una parte importante de la población de Saint Pierre et Miquelon। Hasta nuestros días, mantienen sus tradiciones: fiestas, frontones y banderas de Euzkadi se ven por doquier . En Saint Pierre, tiene su sede la Asociación Zazpiak-Bat fundada en 1952 por Martin Carricart.


Makil-dantzaris en Saint-Pierre hacia 1920

viernes, 24 de julio de 2009

jueves, 16 de julio de 2009

Baztandarrak

Bakersfield/Kern
California
1890-1924



1.ALCASENA JIMENEZ, Nicolás Azpilkoeta
2. AGUERREBERE, Angel 1886 Arizkun
3.AMESTOY PERUCHENA, Francisco “Frank” 13-VIII-1883 Irurita
4. AMONDARAIN ECHEVERRIA, Román 9-VIII-1897 Azpilkoeta
5.APECECHEA GAMIO, Angel Errazu
6.ARRAZTOA ETXARTEA, Fernando Irurita.
7. ARRIADA ELICECHE, Angel Arizkun
8. ARRIADA, Jesús Errazu
9. ARRIADA, José Nicasio 13-XII-1882 Arizkun
10.AZCARRAGA, Andrés 2-II-1896 Azpilkoeta
11. BARAZABAL, Pedro 23-II-1901 Arizkun
12. BARAZABAL, Vicente 28-VII-1897 Arizkun
13. BERNAL, Alejandro Arizkun
14. BERNAL, Jose 1879 Arizkun
15.ECHENIQUE GOYENECHE, José 12-VIII-1901 Amaiur
16.ECHENIQUE DENDARIETA, Miguel 4-I-1874 Amaiur
17.ECHENIQUE DENDARIETA, Tomás Amaiur
18.ECHEVERRIA, Fermin 29-I-1879 Amaiur
19.ECHEVERRIA, Fulgencio 15-I-1892 Elizondo
20.ECHEVERRIA, José 1863 Amaiur
21.ECHEVERRIA, Nicolás 23-III-1901 Azpilcueta
22.ECHEVERRIA, Norberto 9-XI-1893 Azpilcueta
23.ECHEVERRIA. Pedro 1902 Azpilcueta
24.ELICECHE BARBERENA, Tomás 1888 Lecaroz
25.ERRECA, Pascual 21-II-1879 Elbete
26.GALAINENA ARIZTIA, Clemente Amaiur
27.GALAINENA ARIZTIA, José A. 26-II-1886 Amaiur
28.GALAINENA ARIZTIA, Demetrio 9-IV-1883 Amaiur
29.GALAINENA ARIZTIA, Dionisio 9-X-1885 Amaiur
30.GOÑI, Juan Pedro 15-VIII-1898 -
31.GOÑI, Martin José 19-IV-1890 Elizondo
32.GOYENECHE, José 1-I-1896 Amaiur
33. HUALDE, Laurent Arizkun
34. HUARTE, Juan 1901 Arizkun
35.INDA. Tomás 31-VI-1900 Ziga
36.IRIBARREN ELICECHE, Antonio 2-III-1917 Elizondo
37.IRIBARREN ECHENIQUE, José 26-X-1896 Amaiur
38. IRIBARREN, Juan IV-1877 Amaiur
39. IRIBARREN, Juan Tomás Arizkun
40.IRIBARREN, Juanita 1859 Amaiur
41.ITUREN ECHEVERRIA, Juan Bautista 26-IV-1882 Berroeta
42.JAUREGUI, Manuel 1899 Azpilkoeta
43. JAURENA, Inocencio “Jack” 5-VII-1901 Arizkun
44. JAURENA ECHEVERRIA, Lorenzo 19-III-1899 Arizkun
45. LARRALDE JAURENA, Paco Arizkun
46. MARTICORENA, Joaquín 10-II-1895 Arizkun
47.MENDIBURU, Gregorio Garzain
48.MENDIBURU, Juanito
49.MENDIBURU MIGUELTORENA, Pedro 14-X-1893 Elizondo
50.MIGUELTORENA, Graciano 22-II-1896 Amaiur
51.SANZBERRO, Agustin 1878 Arizkun
52.SANZBERRO, Marcos Arizkun
53.YABEN, Miguel Ignacio g16-IX-1883 Azpilkoeta
54.ZALDUA AZKARATE, Julian Arizkun

miércoles, 15 de julio de 2009

Desde Aldudes


En 1837, la comuna de Aldudes (Aldude en euskera), en el valle de Baigorry, en la Baja Navarra, tenía 1.197 habitantes (en 1990, esta era de solo 483). Aquel mismo año (1837), Salvat Larre, el médico de Aldudes, tras un viaje a Uruguay, escribió un informe titulado “Notes sur la conduit et la position des emigres aldudiens qui se trouvent dans la République Orientale de l’Uruguay”. Se trata de un informe enviado al alcalde de la villa describiendo las condiciones de aquellos de sus vecinos que se habían traslado al otro lado del Atlántico.

Así sabemos que, por ejemplo, un tal Bastanchury trabajaba con otros vascos en una fábrica de ladrillos de la Aguada. Gana 13 patacones y economiza 10. “Su salud es buena y su conducta pasable”. Siguen luego otros nombres de aldudetarras: Labadie, Thista, Etcheverrygarai, Herguy, Anchagno, Arrambide, Saroiberry, Arambel, Çaldubehere, Elgart, Harinarenecoa, Salaberricoa, Landaburu,... La mayor parte de los emigrantes eran campesinos, aunque, entre ellos, se encontraba un aduanero. ¡Todo un síntoma!. Según Chabagno, entre los años 1830 y 1860, no había casa en Aldudes que no hubiese enviado a uno de sus hijos a América. En algunos casos, las familias emigraron en su totalidad.

En el informe de este médico, se resalta, en todos los casos, la conducta (moral) que seguía en el Nuevo Mundo, el estado de salud física y, sobre todo, su capacidad de ahorro (que era muy alta). Arrambide, de la casa “Chabagno”, ganaba doce patacones y economizaba once. Desempeñaban, por otro lado, todo tipo de trabajos: en las fábricas de ladrillos, en los hornos, en los muelles y también en las estancias. También emigraron mujeres. Cattalin Elgart trabajaba como gobernanta en una casa rica de Montevideo. Con lo que ganaba, mantenía a su marido Manech que habían enfermado durante la travesía. Su hermana Gerechina se casó en Uruguay con un joven de Itxassu llamado Pierre Lisarrague.

La comunidad vasca en algunos lugares de Uruguay era importante. En San Salvador, el médico navarro contabiliza, eso sí, en euskara, seis frontones: “bi trinquet, bi boteco plaça, arrebote bat eta plaçaco toqui bat”. Y, como es común entre los vascos de la diáspora (vasco ayuda al vasco), surgen pronto las muestras de solidaridad étnica. Al fallecer Landaburu, dos de sus paisanos, Arrambide y Çaldubehere, se encargaron de liquidar sus deudas y, tras vender sus pocas pertenencias, enviar el remanente a su madre en Aldudes.

El médico señala en su informe: “Le doy mi palabra de honor, la más sagrada de todas, que los vascos son lo mismo aquí que en Francia, y observan buena conducta”.
Aún no había finalizado el siglo XIX cuando algunos aldudetarras comienzan a dirigirse a California. El 21 de noviembre de 1897, llegaba al puerto de Nueva York el buque “La Campagne”. En él viajaban seis jóvenes de Aldudes (Michel Lasse, Jean Michel Lasse, Jean Arambel, Pierre Laxague, Jean Laxague y Jean Corte) y uno de Urepel. Todos, excepto Corte, se dirigieron a Los Ángeles donde residían familiares suyos. Habían embarcado Le Havre ocho días antes. Tienen y diecisiete y veintidós años. La emigración de los hermanos Etcheverry, originarios de la casa Martinenia. El primero en llegar fue Jean que comenzó a trabajar como pastor en Kern County. En 1894, se le sumó su hermano Pettan (Pierre). En 1900, cuando Jean había regresado al viejo país, llegó a Kern County otro de los hermanos: Michel. Tras ellos, llegaron otros paisanos: Martin Ascarat, Marianne Bidart, Jean Bidart, Marie Etceverry, Jean Dendarieta, Jean y Louis Ermigarat, Gaston Erreca, Antoine Etchebarren, los Inda, Jean Iribarne, RaymondItçaina, Anastasio Landa, Laxage, Tuculet,…. Entre 1880 y 1930, llegarón al Valle de San Joaquin, unos 50 aldudetarras. De estos, la mitad se instalaron en el condado de Kern. No es de extrañar ya que a una de sus paisanas, Marianne Laxague Galtes, se le considera como la primera vasca que tuvo condición de residente permanente en Bakersfield.

Un aldudetarra, Félix Etcheverry (1905-1985), se encuentra entre los fundadores de Kern County Basque Club. Su padre Fernando fue socio en el famoso Hotel Noriega de Bakersfield. En 1893, junto a Faustino Mier (casado con una vasca) abrió el Iberia Hotel en Kern City que, como resalta Jeronima Echevarria, desde el día en que se abrió, se convirtió en el centro de reunión de los vascos de Bakersfield, Tehachapi, Wasco, Tulare,…

Entre 1917 y 1918, según la oficina de reclutamiento americana (Civilian Draft), solo en los condados de Elko y Lander, residen unos veinte aldudetarras. Entre otros, Pascual Aldunate, Pierre Ardans, Domingo y Pierre Erlax, Leon Gasolaz, Martin Etchepare, Michel Igoa, Gratien y Pierre Bidondo, Armand Inda, Jean Errecalde,… En Eureka, aparecen Gratien, Jean, León y Pierre Ardans, Jean Ardantz, Baptiste Pourtan, ..

En el cementerio de Ely, Nevada, se encuentra la tumba de John Etchart, pastor y ganadero. Nacido en Aldudes el 2 de enero de 1887. Hijo de Pierre y de Petra Urtasun. Falleció en Ely el 8 de enero de 1958. “Nunca se casó”.

Cien años más tarde, las gentes de Aldudes seguían emigrando. Esta vez, mayoritariamente, al Oeste de Estados Unidos (Nevada, California, Wyoming). Entre 1950 y 1975, solo a través de la agencia de Charles Iriart, de Sain-Jean Pied-de-Port, emigraron 90 aldudetarras, lo que representaba un 5,59 por ciento de la población de la comuna.

martes, 14 de julio de 2009

Bengoetxea, de Mountain Home


En el condado de Owyhee, Idaho, cerca de Buster Butte, a 5.010 pies de altura se encuentra el Bengoechea Place. Se trata, quizá, de uno de los pocos topónimos vascos, junto a dos corrientes de agua llamadas Basque Springs (una, en Boise y otra, en Owyhee) que se localizan en este estado. Se encuentra en una altura, al sur del río Snake, en una zona montañosa, cerca de Bruneau y de Mountain Home. Por aquí pastaron, en el tránsito entre los siglos XIX y XX, los rebaños de los hermanos Bengoechea, unos pastores vascos que había emigrado desde la pequeña aldea de Bedarona, en Bizkaia en los últimos días del siglo XIX.

En 1850, la anteiglesia de Bedarona (con voto y asiento en las Juntas de Gernika), hoy término municipal de Ea, tenía 49 vecinos y 250 almas que habitaban en 54 casas. Algunas son casas solares o infanzonas. Pascual Madoz, destaca como las más notables: Burnika, Iragorria, Koskorrotza, Mendiola, Altamira, Abendaño, Jáuregui, Bergara, Zarakondegi, Elorriaga, Etxebarri y Algarreta-Torrea. De aquí salieron, entre 1888 y 1917, casi ochenta jóvenes para probar fortuna en el Oeste de los Estados Unidos de América, en su mayoría, aunque algunos se dirigieron a América del Sur, a Argentina sobre todo.

Una de esas casas solares de Bedarona es Zarakondegi, que se encuentra en el barrio del mismo nombre (aunque, anteriormente, pertenecía al de Olabe). Allí residían Juan Antonio Bengoechea Zaracondegui (nacido en el mismo lugar en 1800. Era hijo de Domingo de Bengoechea, natural de Munitibar, y de Magdalena de Zaracondegui, de Bedarona) y su esposa, María Antonia Anduiza Arrupe (nacida en Elantxobe), y sus cuatro hijos(Juan, José, Gabriel y Melitón) y dos hijas(Andresa y María Antonia). La organización social de la familia tradicional vasca (el hermano mayor se quedaba en la casa), la crisis económica que sigue a la segunda guerra carlista, una prole numerosa y las guerras coloniales forzaron a la emigración de los hijos varones de la casa. Comenzaba para algunos la aventura americana. Mientras que el hermano mayor, Antonio Bengoechea Anduiza, se quedaba en la casa para hacerse cargo de la misma, los demás hermanos varones intentaron la aventura americana.

Antonio Bengoechea Anduiza fue un hombre singular. Un buen día decidió que él era ateo. Así que, mientras sus vecinos iban a Misa los domingos, él trabajaba de forma ostentosa. Y no sólo eso. Puso a sus hijos los nombres de Mundo y Universo. Quizá para compensar, su hermano José bautizó a los suyos como Adán y Eva.

El primer miembro de la familia en llegar a Estados Unidos fue José Bengoechea Anduiza (n. diciembre de 1860), conocido como Bixar o Zarakondegi. Tras probar suerte en Argentina, donde había llegado con apenas quince años, se fue a Estados Unidos, donde los hermanos Altube estaban reclutando pastores vascos. Desembarcó en el puerto de San Francisco en 1889. Trabajó como pastor en California y Nevada (entre otros lugares, en el famoso Spanish Ranch, de Palo Alto, propiedad de los Altube) y, desde allí, llegó a Idaho, al condado de Owyhee, en 1892, donde llevó a pastar sus ovejas. Según la tradición familiar, cuando José Bengoechea llegó a Idaho, este aún no era un estado de la unión, sino un territorio. José seguía el rastro de sus paisanos Antonio Azcuenaga y José Navarro. Este último era natural de Acorda, una aldea distante a pocos kilómetros de Bedarona. Seguramente, Navarro y Bengoechea coincidieron trabajando para los hermanos Altube.

La cuenca del Snake River (que incluye el Condado de Owyhee) era el lugar ideal para la producción ganadera. Los vascos se dieron cuenta de esto y, para el cambio de siglo, las comunidades vascas ocupaban toda la cuenca. Mucha de estas eran altamente dependientes de la industria borreguera local y de la comunidad de negociantes que la apoyaba (Alzola, 1992:11).

El negocio borreguero estaba basado en un sistema asociación. Como recuerda Douglass, “el joven pastor cobrara su sueldo en ovejas, criando sus animales con los de su amo, hasta que (generalmente tres o cuatro años) tenían suficientes animales para formar un rebaño independiente. Entonces se separaba para buscar un nuevo pasto para las ovejas”(Douglass, 1986: 176). En 1891, llamó a su hermano Gabriel (n. octubre de 1865). Luego, al hermano menor, Melitón (n. febrero de 1868, que se había estado enrolado como marinero en una goleta), y a otros parientes y vecinos. En el censo de Estados Unidos de 1900, los hermanos Bengoechea figuran como “stock raisers” (ganaderos) del condado de Owyhee, en el sur de Idaho. Los Bengoechea residían en un “campamento”, a las afueras de Bruneau, junto a otros pastores vascos que trabajaban para ellos (S.Silen, 1917: 50). Seguramente, se encontraría en Bengoechea Place.

Llegados a este punto, hay algunos datos interesantes. Sorprende, por ejemplo, el número de pastores nacidos en Bedarona residentes en el condado de Owyhee (ocho, en 1900, once en 1916) a los que hay que sumar los procedentes de los pueblos vecinos (Ibarrangelua, Ereño, Ispaster, Ea o Natxitua). Muchos de estas personas son parientes cercanos (primos, cuñados, sobrinos) o vecinos de los hermanos Bengoechea. Por otro lado, los Bengoechea, mientras cuidaban sus propios rebaños, tenían varios socios de forma simultánea a quienes, además, les prestaban el dinero para comprar el equipo y daban cobijo en invierno.

Llama la atención la fidelidad de los pastores de Bedarona al condado de Owyhee. Tanto de los que trabajaban para los hermanos Bengoechea como para quienes se habían independizado, caso del cuñado de estos Fausto Correa (del caserío Etxetxu, de Bedarona). Algunos se desplazaron luego al norte de Nevada, pero vivían relativamente cerca unos de otros, dando al grupo una cierta seguridad.

Pero, los tres hermanos permanecían solteros. Tras el final de la guerra de Cuba, Melitón, el más joven de los tres (en aquel momento, tenía treinta y dos años), se fue a Bedarona en busca de esposa. Allí acordó matrimonio con Flora Alzola Barainca, de dieciocho años, del caserío Etxebarri, otra de las casas solares de la aldea, y que trabajaba como criada en una casa burguesa de Bilbao. Era hija de Pantaleón Alzola Zaracondegui, de la casa Etxebarri (n. 1854), y de Benita Barainca Arcocha (n.1854), ambos de Bedarona.

El 14 de mayo de 1900, se firmaba el contrato matrimonial ante el notario de Gernika Pedro Pascual de Areitio y Asua, sometidas las capitulaciones al Fuero de Bizkaia. Al convenio, Melitón aporta 20.000 pesetas-oro en ovejas “que posee en Estados Unidos”. Los padres de Flora aportan una dote de 2750 pesetas y otras 550 pesetas más para el arreo (Contrato de matrimonio, 1900).

El 26 de mayo, días después de su boda católica en la iglesia de Bedarona, Melitón y Flora Bengoechea, acompañados por un sobrino, Mariano Bengoechea, de once años, embarcaban en Le Havre a bordo de “La Bretagne” , llegando al puerto de Nueva York, el 3 de junio de 1900, entre los dos traían 230 dólares y declaraban tener domicilio propio en Boise (Idaho) (Bilbao-Eguiluz, 1-1981: 26).

Se instalaron en Bruneau, condado de Owyhee, donde Flora se encargaba de las labores de la casa, poco más que una modesta choza, además de cocinar para los hermanos Bengoechea y los pastores que trabajaban para ellos en el “campamento”. Conocemos el nombre de, al menos, dos de ellos: Mateo Arregi, que pasados los años se convirtió en un próspero hotelero en Boise (Bilbao-Eguiluz, 2-1981:16/S.Silen, 1917: 50) y Dionisio Bilbao. Este último había llegado con ellos a bordo de “La Bretagne”. Durante el invierno, Flora atendía a los demás pastores vascos de Bruneau. Aún no se habían generalizado los “hoteles vascos”. Además, daba de comer a los indios hambrientos que se acercaban a la casa, pidiendo “maca-maca” (según la tradición familiar de los Bengoechea). El invierno fue especialmente duro para la joven ya que, además, estaba embarazada. El 21 de marzo de 1901, nacía en Bruneau la primera de sus hijas, Flora, convirtiéndose en quizá la primera mujer vasca nacida en el estado de Idaho. La noticia apareció recogida en un diario local (Idaho Daily Stateman, 24-III-1901).

Según el Censo de 1900, residían en Idaho 61 vascos (J.Echeverria, 1999: 167). De estos, solo tres eran mujeres, y las tres residían en el Condado de Owyhee. Además de Flora Alzola, Marie Azcuenaga y la sobrina de esta, María Urberuaga (Bilbao-Eguiluz, 2, 1981: 16).

Bruneau no era el mejor lugar para criar a un bebé, así que el matrimonio decidió acercarse a Mountain Home (condado del Elmore). Los Bengoechea compraron un pequeño rancho en Riddle. El matrimonio tuvo dos hijos más: Luis (Boise, 1903) y Balbina (Boise, 1906). Los tres hijos fueron bautizados en la catedral de Boise, dado que era el único templo católico que había en los alrededores.

La vida de Melitón se reparte entre el monte y el rancho. En aquellos días, comienzan a producirse ataques a los vascos por parte de rancheros locales. En un artículo publicado en el Caldwell Tribune, se decía: “Los ovejeros del condado de Owyhee están gravemente acosados por los vizcaínos, vascos como normalmente se les denomina y el mal puede ser cada vez mayor. Estos vascos llegan en gran número y estás expulsando de los pastos a otros ovejeros”(Douglass-Bilbao, 1986: 337). La vida social no era fácil para los vascos: ”black bascos”, como les llamaban algunos.

La tensión entre los vascos de Owyhee con otros ovejeros y vaqueros iba en aumento., así que los Bengoechea decidieron llamar a un paisano con fama de ser el más fuerte del País Vasco para que se enfrentase a los vaqueros. Y así llegó “Juan Andixe” (Big John) que se convirtió en el capataz de José. Aún se cuentan muchas historias del gigante vasco. En cierta ocasión, en Bruneau, apostó con unos cowboys que sería capaz de humillar a un bronco (un caballo salvaje). Mientras que los vaqueros se reían de nuestro hombre, los vascos apostaron a favor de su paisano(“Holding hobbles in his hand, Big John hopped on the horse and beat the wild mustang intro submission”) (Urquidi, 1980: 4).

En 1906, Melitón decide trasladarse con su mujer y sus hijos a Euzkadi. Junto a otro pastor, Juan Iturraspe Uberuaga, se construyó una casa y compró una tierras en el barrio de Arropain, de Ispaster, a menos de un kilómetro del centro de Lekeitio.

Una de las primeras cosas que hizo al llegar fue saldar la deuda de mil pesetas que otro pastor, Antonio Azpiri Plaza, de Amoroto, había contraído con cuatro vecinos para pagarse el viaje a Estados Unidos. Azpiri, como garantía, había dejado unas tierras en su pueblo natal (Cláusulas del Préstamo, 1904). Los pastores emigrantes pedían préstamos no sólo pagarse el viaje, sino para poderse librar del servicio militar (el sistema conocido como “redención en metálico”) y, así, poder emigrar.

Una vez instalada su familia en Arropain, Melitón regresó a Idaho junto a sus hermanos. En junio de 1908, su hermano Gabriel había comprado una propiedad de 160 acres en Owyhee para controlar el acceso a las fuentes de agua. Meliton y Gabriel se quedaron en el monte ya que José se había ido a Mountain Home donde había comprado un rancho. Mientras estuvo en el viejo país, había dejado como administrador de sus bienes y negocios a otro pariente de Bedarona, José Corta Zaracondegui, comenzando nuevos negocios. Gracias a un préstamo de 2.076 dólares hecho por su hermano José se hizo ganadero, comprando toros y caballos que puso al cuidado de otro vasco de Bedarona, Domingo Mendiola. Eso sí, sin dejar el negocio de las ovejas (en sociedad con su hermano Gabriel).

Inopinadamente, Melitón Bengoechea enfermó de fiebres tifoideas, falleciendo el 11 de enero de 1911, siendo enterrado en Mountain Home. La viuda mantuvo durante años los negocios de su marido. Primero, administrados por José Corta, que se convirtió en su socio, y, luego, por su cuñado José Bengoechea. Gracias al libro de cuentas de Flora, conocemos del pago de impuestos (del condado de Elmore, de Silver City, de Elko,..), del “hospedaje de los caballos” en Snake River, del acarreo de maíz, del “trasquileo” en Hot Springs,...

En 1912, Flora Bengoechea (Alzola) vendía a José Corta, su rancho, los muebles y todo lo que había dentro. Había pensado en construirse una casa en el centro de Lekeitio quizá pensando que, el día de mañana, podrían vivir ella y sus hijos de forma independiente.

En 1913, sabemos que trabajan para Flora (Alzola) Bengoechea Juan Corta, Francisco Cortabitarte, Juan Ibaibarriaga, Antonio Arano, Aberasturi, Francisco Uscola. En 1916, se pagaron sueldos por un total de 2.814,73 dólares a Francisco Cortabitarte, Juan Jayo, Antonio Arano, Agustín Silloniz, Gregorio Gorostegui, Seberiano Egaña, Simón Gabiola, y Eustaquio Maistegui.

Cuando, en 1914, Flora quiere vender la casa de Arropain para financiar la construcción de la nueva casa en Lekeitio, se hizo necesario conseguir el acta de defunción de su marido. Para ello, su cuñado José Bengoechea inicia el procedimiento ante el cónsul español en San Francisco, conde del Valle de Salazar. Además de la documentación expedida por el enterrador de Mountain Home (J.M. Cowen), se adjuntaba una declaración en la que actúan como testigos el sacerdote Bernardo Arregi (que fue el primer capellán de los vascos del Oeste) y Mateo Arregui, el dueño del Modern Hotel, de Boise, viejo amigo de la familia.

Pasaron los años. Los negocios de América le iban bien a Flora. Envió a sus hijas Flora y Balbina a Durango para ser educadas en un colegio de monjas, mientras que su único hijo, Luis, poco aficionada a los libros, prefería cazar por los montes cercanos y pasear en bicicleta, un vehículo del que muy pocos podían disfrutar. En aquellos días, España mantenía una guerra en Marruecos y, para Luis Bengoechea, se acercaba el momento de ser llamado a filas. Su madre se entrevistó con el alcalde de Lekeitio para saber qué ocurriría si su hijo era reclutado. Generalmente, los hijos de viuda no ingresaban en el ejército. Pero, Flora era considerada como una “amerikana” rica, sus hijas recibían educación en un internado y era notorio que Luis no hacía nada para ayudar a la economía familiar, así que debería incorporarse a filas. La madre tomó la decisión de muchos “amerikanos” que habían vuelto al viejo país: enviar a su hijo (a quien ya no volvería a ver) a Estados Unidos.

El 27 de marzo de 1920, Luis Bengoechea Alzola, de 17 años, salía de Le Havre a bordo del “Lafayette”. En el Registro de Inmigración, venía consignado a casa de su tío José en Mountain Home. Pero, en aquella ocasión, fue deportado, porque se gastó en Francia el dinero de la fianza que debía depositar a su llegada . El 2 de abril de 1921 volvía a embarcar en “La Bourdonais”, y, tras doce días, llegaba a Nueva York. Esta vez venía acompañado de su primo mayor Gabriel Correa Bengoechea, del caserío Etxetxu de Bedarona, y, además, su madre había consignado la fianza a Valentín Aguirre, el famoso hotelero vasco de Nueva York. El tío José falleció al poco de su llegada, y Luis se fue a vivir al rancho de unos parientes.

El 11 de marzo de 1929, Luis se casó en Mountain Home con Ana Yturri Alzola, una vasca nacida en el condado de Elmore en 1906, prima segunda suya (su padre, Víctor, era originario de Rigoitia y su madre, Cristina, de Ispaster, y era la segunda de cinco hermanos). Víctor Yturri era ovejero, propietario de una tienda-restaurante, de un ostatu y, más tarde, del Mountain Home Hotel (fundado por José Bengoechea). Según el censo de 1930, el matrimonio Bengoechea-Yturri residía en un rancho de Mountain Home. En el apartado de la profesión de Luis, aparece como “laborer”. El matrimonio tuvo una hija, Luana que, en 2005, vivía en San José de California.


Para entonces, había llegado a Estados Unidos una de las hermanas, Andresa que, tras una breve estancia en la casa de Melitón en Lequeitio, regresó a Idaho en 1907. Con ella viajaba su sobrina Laura, seguramente, hija de Gabriel.


De los tres hermanos Bengoechea de Mountain Home fue José , conocido como Bixar, quien alcanzó el status más alto. Además de las ovejas (su rebaño llegó a tener 100.000 ovejas), al igual que su hermano Melitón, compró ganado y caballos, y, en 1910, construyó el Mountain Home Hotel (hoy, conocido como Bengoechea Building) y, poco después, llegaba a vicepresidente del Commercial & Savings Bank of Mountain Home. En el Farm Directory of Owyhee County (1918-1919), figura como propietario de dos parcelas: una de 160 acres y otra de 2.4 acres.

Sol Silen describe así el hotel en su célebre libro: “...rodeado de parque y de praderas que lo hacen ser uno de los puntos más bellos, no solo de Idaho, sino del Oeste. Aunque la población de Mountain Home es relativamente corta, el hotel construido por Bengoechea allí, está considerado como una de las residencias más hermosas de Idaho, y mayor que cualquier hotel en las mismas poblaciones del mismo tamaño en los Estados Unidos. (...) En ese hotel Joe Bengoechea ha hecho derroche de esplendidez, y los muebles son de caoba maciza, las alfombras y los adornos son de lo mejor que se pueden comprar, y el servicio está construido de acuerdo con las más modernas ideas sobre sanitación” (Silen: 261).

La construcción del hotel dio empleo a muchos vascos, haciendo posible que algunos trajeses a sus familias de Euzkadi. Manuel Uriona fue uno de estos vascos. Otro fue Ignacio Berriochoa. Este había llega al país en 1901. Trabajó como pastor durante unos años, hasta que, cuando José Bengoechea, comenzó la construcción de su hotel, se convirtió en cantero, así que, con el dinero ganado, pudo traer a su familia (Urquidi: 16-17).

Sobre José Bengoechea, abundan las leyendas: millonario, pero analfabeto, para 1900, era propietario de un automóvil cuando, en Estados Unidos, solo había censados unos 14.000 coches. No sabía conducir así que tuvo que contratar aun chófer. Cuando la gente le preguntaba qué coche era el mejor, siempre respondía lo mismo: “Uno nuevo” (Urquidi, 1980: 16).

Se casó en 1915 con Margarita Nachiondo Achabal, una vasca de Ispaster que había llegado al país en 1912 y residía de Ogden (Utah), donde desde años atrás vivía su hermano mayor. Margarita era 34 años más joven y, en 1916, nació el primero de sus tres hijos, Eva (que aún vive). Luego vendrían Adam (1917-1984) y Joseph (1920-1964). Vivían en una hermosa mansión cerca del hotel.

Al finalizar la Gran Guerra (I Guerra Mundial), muchos borregueros vascos, deslumbrados por los altos precios que habían alcanzado la carne (el Ejército se había convertido en el primer consumidor) compraron enormes cantidades de ovejas para alimentar a las tropas expedicionarias. Tras el armisticio, siguieron comprando, convencidos que una Europa hambrienta adquiriría su ganado y ellos iban a hacer el negocio de su vida. No fue así. A esto, hubo que añadir la caída de los precios de la lana. Muchos se arruinaron. Su ruina arrastró a 27 bancos de Idaho que fueron a la bancarrota, entre ellos el Comercial Bank, y José Bengoechea siguió su suerte, falleciendo poco después (el 11 de noviembre de 1921) de un ataque al corazón, a los 60 años. Según las crónicas de la época, José no soportó la ruina (Reno Evening Gazette, 16-XI-1921). El hotel quedó en manos de la Western Loan & Investment Company y sus rebaños se repartieron entre la Bill Smith Sheep Company y la Wood Creek Sheep Company. La bancarrota también alcanzó a los negocios de su cuñada, Flora Alzola. Gabriel Bengoechea desapareció.

La Western Loan vendió el hotel a Victor Yturri, de Rigoitia, cuya esposa estaba emparentada con los Bengoechea. Una de sus hijas, Anna, se casó con Luis Bengoechea Alzola. Pero Víctor padecía de asma, así que, en 1932, se trasladó a Las Vegas donde el clima era más seco (Zubiri, 1998: 350). Tres años más tarde, en 1936, al divorciarse Luis y Anna, esta última con su hija se trasladaron asimismo a Las Vegas.

En 1937, compró el hotel un vasco, Agapito Bideganeta que también había sido socio de José Bengoechea y que, hasta entonces, regentaba la Basque Boarding House. Hoy, el viejo Hotel Bengoechea es un edificio histórico protegido.

La viuda de José Bengoechea y sus tres hijos dejaron Mountain Home para trasladarse a Odgen (Utah) donde vivían los Nachiondo.

Al contrario de lo que ocurriera en otros conflictos, tras el ataque japonés a Pearl Harbour (1941), los vasco-americanos se alistaron de forma masiva. También lo hicieron los Begoechea varones. Luis, el hijo de Melitón, sirvió en el aeródromo militar de Boise, pasando luego al de Mountain Home (donde se jubiló como trabajador civil). Por lo que se refiere a los hijos de José, Adam sirvió en Europa y Joseph como oficial de Marina, en el Pacífico Sur.

En 2004, fallecía Ines Park (Yturri Alzola), que llegó a graduarse como abogada, y que fue una de la fundadoras del Club Vasco de Las Vegas, Lagun Onak. En marzo de 2009, falleció Eva Bengoechea Nachiondo.

En la fotografía, Flora Alzola y Melitón Bengoetxea.



Bibliografía


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Nancy Zubiri, A travel guide to Basque America, Reno (1988): University of Nevada Press.

Testimonios

Carta de Ines Iturri Park (nacida en Mountain Home, de 84 años), Park, Las Vegas Feb, 6, 1995
Testimonio de Balbina Bengoetxea (nacida en Mountain Hime, de 93 años), C. De México, Jun, 18, 1994

Vascos en Elmore County


Hoy, sabemos que, desde que Joe Bennet introdujo la industria ovina en el área de Mountain Home, esta no dejó de crecer. Desde comienzos del siglo XX y hasta 1945, esta pequeña ciudad de Idaho se convirtió en el centro más importante de embarque de la lana en los Estados Unidos de América (Urquidi, 1989:2/Alzola, 1992: 13).

En 1898, se instaló el primer vasco en Mountain Home. Se llamaba Nicolás Silloniz y había nacido en Ispaster. Un año más tarde llegó su hermano Pablo que comenzó a trabajar como pastor para Sam Ballantine, de quien llegó a ser socio. Llevaban sus rebaños a pastar a los alrededores de Ketchun y, con ellos, trabajaron otros vascos como Lucio Ateca, Victorio Urquidi y Segundo Alzola. Posteriormente, Silloniz trabajó para John Archabal y, más tarde, fue el capataz de Domingo Aldecoa hasta su jubilación. (Urquidi, 1989:2 /WWI Civilian Draft).

En 1900, solo había un vasco censado en el Condado de Elmore: Patricio Arano, de la anteiglesia de Jemein (Marquina), que había llegado ese mismo año. Arano trabajó como pastor y campero y llegó a contar con un pequeño rebaño que pastaba en Owyhee. Para 1910, había censados en el condado de Elmore, 30 vascos y, en 1920, esta cifra era tres veces mayor hasta convertir a la vasca en una comunidad identificable. En 1940, algo más del 10 por ciento de la población era vasca.
La mayor parte de los pastores vascos que cuidaban rebaños en Owyhee acabaron instalándose mayoritariamente en Mountain Home, bien en los hoteles vascos, bien en casas y ranchos propios. Otros se asienten en Jorday Valley (Oregon) y en Boise City.

Los pastores

Urquidi resalta que “en 1910, la industria ovejera en Idaho alcanzó su máximo crecimiento, y el área de Mountain Home formó parte de ese crecimiento. Las grandes compañías ovejeras tenían siete o más rebaños de ovejas de entre 2.200 y 3.000 ovejas por rebaño, dependiendo del número de corderos.. Había individuos que tenían uno o dos rebaños, y compañías más pequeñas que tenían tres o cuatro rebaños de ovejas. Algunas de las compañía que tenían de entre siete y diez rebaños en el área de Mountain Home de 1900 a 1940 fueron: Bruneau Sheep Company, Big Springs Sheep Co, wood Cvreek Sheep Co., Mountain Home Sheep Co., Bennett Bros. y Battle Creek Sheep Co.. El mayor propietario de ovejas fue José Bengoechea "Bixar" con más de 100.000 ovejas" (Urquidi, 1989: 2).
Entre 1917 y 1918, las compañías o ovejeros que empleaban vascos residente en Elmore eran Patricio Arano (1), CH. F. Ross (3), José Bengoechea (5), John Archabal (2), Bennett Bros.(5), Bruneau (2), Whiston Bros. (11), Vicente Mendiola (1), José Mendiola (5), C. Hein (19), Ray Corbus (13), Ballantine Land & Sheep Co.(5), Bert Paris (1),, M.C.Swain (3), Sam Ballantine (2), Mayfield (1), Slick Bros. (1), Luis Argoitia (1), USKS (1), Robert Sproah (6), Mc Mullan (1), Hein & Chattin (1), Jose Bennett (1), Day W. Latimore (1), Pedro M. Gandiaga (1), Worth Lee (1), John Mendiola (2), Hammonds & Gandiaga (2), Yturri, Larragan & Co. (1), Echevarria & Stills (1), Agapito Bideganeta (1), Joe Bicknell (1), PedroAnchustegui (3), Victor Yturri (1), M.W. Brooks (1), Tex Riley (1) (WWI Civilian Draft Cards 1917-1918).
Algunos de los pastores vascos que habían trabajado para algunos de los citados se convirtieron a su vez en ganaderos. Este es el caso de los Totorica, Domingo Monasterio, Boni Ayarzabal, Domingo Aldecoa, Domingo Aguirre, George Anchustegui, John Guisasola,... (Urquidi, 1989: 3).
Durante casi dos décadas, el ganadero más importante de Mountain Home fue, sin duda, José Bengoechea que, tras un tiempo, en California y Nevada, se instaló en Owyhee junto a sus hermanos. Tras casi diez años en este condado, se instaló en Mountain Home.
De los tres hermanos Bengoechea fue José , conocido como Bixar, quien alcanzó el status más alto. Además de las ovejas (su rebaño llegó a tener 100.000 cabezas), al igual que su hermano Melitón, compró ganado y caballos, y, en 1910, construyó el Mountain Home Hotel (hoy, conocido como Bengoechea Block) y, poco después, llegaba a vicepresidente del Commercial & Savings Bank of Mountain Home. En el Farm Directory of Owyhee County (1918-1919), figura como propietario de dos parcelas: una de 160 acres y otra de 2.4 acres.
Sobre José Bengoechea, abundan las leyendas: millonario, pero analfabeto, para 1900, era propietario de un automóvil cuando, en Estados Unidos, solo había censados unos 14.000 coches. No sabía conducir así que tuvo que contratar aun chófer. Cuando la gente le preguntaba qué coche era el mejor, siempre respondía lo mismo: “Uno nuevo” (Urquidi, 1980: 16).
Se casó en 1915 con Margarita Nachiondo Achabal, una vasca de Ispaster que había llegado al país en 1912 y residía de Ogden (Utah), donde desde años atrás vivía su hermano mayor. Margarita era 34 años más joven y, en 1916, nació el primero de sus tres hijos, Eva (que aún vive). Luego vendrían Adam (1917-1984) y Joseph (1920-1964). Vivían en una hermosa mansión cerca del hotel.
Al finalizar la Gran Guerra (I Guerra Mundial), muchos borregueros vascos, deslumbrados por los altos precios que habían alcanzado la carne (el Ejército se había convertido en el primer consumidor) compraron enormes cantidades de ovejas para alimentar a las tropas expedicionarias. Tras el armisticio, siguieron comprando, convencidos que una Europa hambrienta adquiriría su ganado y ellos iban a hacer el negocio de su vida. No fue así. A esto, hubo que añadir la caída de los precios de la lana. Muchos se arruinaron. Su ruina arrastró a 27 bancos de Idaho que fueron a la bancarrota, entre ellos el Comercial Bank, y José Bengoechea siguió su suerte, falleciendo poco después (el 11 de noviembre de 1921) de un ataque al corazón, a los 60 años. Según las crónicas de la época, José no soportó la ruina (Reno Evening Gazette, 16-XI.1921). El hotel quedó en manos de la Western Loan & Investment Company y sus rebaños se repartieron entre la Bill Smith Sheep Company y la Wood Creek Sheep Company. La bancarrota también alcanzó a los negocios de su cuñada, Flora Alzola. Gabriel Bengoechea desapareció.
La viuda de José Bengoechea y sus tres hijos dejaron Mountain Home para trasladarse a Odgen (Utah) donde vivían los Nachiondo. Margarita había guardado algunas joyas y con ellas, abrió un ostatu

Los hoteleros

En el registro de inmigrantes que entran en los Estados Unidos de América, siempre aparece una referencia de la persona que responde por él: vecinos, parientes y amigos. En la mayor parte de los casos, y, sobre todo, cuando el nombre se repite una y otra vez en el manifiesto de inmigración, el “amigo” casi siempre es un hotelero vasco.

El primer hotelero vasco de Mountain Home fue Víctor Yturri había llegado a Idaho desde el pueblo vizcaíno de Rigoitia en 1892. Tras reunir un rebaño, se casó con Cristina Alzola, de Ispaster, y, en 1906, abrió una tienda en Mountain Home. En la parte superior, alquilaba habitaciones a los pastores. Sin cerrar la tienda, puso en marcha el Victor’s Hotel. Yturri alquiló posteriormente el Mountain Home Hotel (Bengoechea), que, en 1932, al trasladarse a Las Vegas, lo traspasó, comprándolo en 1937 Agapito Bideganeta.

Una año más tarde, en 1907, abría sus puertas el Basque Hotel, de Pedro Anchustegui, Anchustegui había nacido en Lekeitio, en la costa de Bizkaia. Llegó al país en 1903, junto a un grupo de jóvenes de Lekeitio y Mendexa. Tras un tiempo en Boise, donde ya residía su primo, José María Anacabe, reunió un rebaño y centró sus operaciones en el área de Mountain Home.

En 1910, José Bengoechea construyó el Mountain Home Hotel (hoy, conocido como Bengoechea Building).Sol Silen describe así el hotel en su célebre libro: “...rodeado de parque y de praderas que lo hacen ser uno de los puntos más bellos, no solo de Idaho, sino del Oeste. Aunque la población de Mountain Home es relativamente corta, el hotel construido por Bengoechea allí, está considerado como una de las residencias más hermosas de Idaho, y mayor que cualquier hotel en las mismas poblaciones del mismo tamaño en los Estados Unidos. (...) En ese hotel Joe Bengoechea ha hecho derroche de esplendidez, y los muebles son de caoba maciza, las alfombras y los adornos son de lo mejor que se pueden comprar, y el servicio está construido de acuerdo con las más modernas ideas sobre sanitación” (Silen: 261).
La construcción del hotel dio empleo a muchos vascos, haciendo posible que algunos trajeses a sus familias de Euzkadi. Manuel Uriona fue uno de estos vascos. Otro fue Ignacio Berriochoa. Este había llega al país en 1901. Trabajó como pastor durante unos años, hasta que, cuando José Bengoechea, comenzó la construcción de su hotel, se convirtió en cantero, así que, con el dinero ganado, pudo traer a su familia (Urquidi: 16-17).

El hotel quedó en manos de la Western Loan & Investment Company . La Western Loan alquiló el hotel a Victor Yturri. En 1937, lo compró otro vasco, Agapito Bideganeta , de Navarniz, que también había sido socio de José Bengoechea y que, hasta entonces, regentaba la Basque Boarding House. Como los anteriores, Bideganeta alternó la cría de ganado ovino con sus negocios hoteleros.

Matrimonios vascos

Durante los primeros años, la mayor parte de los malviven en el monte. Residen agrupados en cabañas y pequeños campamentos. La situación comienza a cambiar a medida que aquellos inmigrantes van estabilizando su situación económica. Lo que hacen algunos es, bien traer a sus esposas o novias, bien concertar matrimonios con paisanas. La apertura de nuevos hoteles y pensiones facilitó la vida familiar. Asimismo, algunos vascos del condado de Elmore construyeron bien casas en Mountain Home, bien pequeños ranchos en los alrededores.
En la década de los 1920, residían en el Condado de Elmore unas cincuenta familias vascas que sumaban casi doscientos individuos. En un 97 por ciento de los casos, marido y esposa son ambos de origen vasco. Hasta la segunda generación, es difícil encontrar matrimonios mixtos y, aún entonces, la endogamia entre los vascos de Mountain Home es muy alta.

En la fotografía, el Bengoechea Block, el Hotel construido por José Bengoechea Anduiza en Mountain Home.